MASONERÍA AL DÍA / La inspiración de los Derechos Humanos

Columna de opinión

La inspiración de los Derechos Humanos

Luis Santibáñez Ibarra

Director de Comisión de DDHH de la Gran Logia de Chile.

Se le atribuye a Voltaire la frase “Desapruebo lo que dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”, pero en realidad fue Claude-Adrien Helvétius más conocido como Helvecius, nacido en París, Francia, el 26 de enero de 1715 y falleció en la ciudad de Ibidem  el 26 de diciembre de 1771. Según el profesor y catedrático de Historia Antigua y escritor Guillermo Farias en ninguno de los escritos de Voltaire aparece esta frase, pero si Voltaire era un ferviente defensor del libre pensamiento, llama “el infame” al opresor de tan fundamental derecho humano. 

Claude-Adrien Helvecius fue un filósofo francés cuyo verdadero nombre fue Claude-Adrien Schweitzer, su frase completa fue “¡Que abominable injusticia perseguir a un hombre por tan ligera bagatela! Desapruebo lo que dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”. Helvetius fue perseguido por ser masón, filosofo deísta y materialista.  

Como practicar este pensamiento de Helvetius en estos días, como practicar escuchar al otro, luchar por su derecho a expresarse, aunque piense distinto, con respeto y tolerancia. 



Vivimos como hace siglos en medio de la concentración del poder en pocos, con diversos discursos de verdades dogmáticas o cercanas a dogmas, ante esto, debemos cada nuevo día renovar la inspiración de nuestro compromiso concreto por la fraternidad, la libertad e igualdad.

En medio de tanta convulsión de opiniones enviadas y reenviadas parecidas a lo que uno piensa, de fake news generalmente algo cercanas a lo que uno piensa, con avisos de algún producto que se le ocurrió consultar online, en medio de tantas plataformas y formas de comunicar, con la primacía de los matinales de televisión y de noticias que tratan de capturar audiencias, como practicar realmente el derecho a expresarse, una de las bases del libre pensamiento. Complejo, por lo que la mayoría lo tratamos de practicar en la logia y en los círculos familiares y cercanos, eso es el inicio de lo importante.

La Carta de los Derechos Humanos de la Gran Logia nos indica:

“Nuestras obligaciones, como obreros de paz, alcanzan todas las esferas en las que nos desenvolvemos en la sociedad y se hacen más urgentes cada vez que un derecho humano es violado o la dignidad de un ser humano es degradada”.